RELIGIÓN
Astro de la mañana,
perla del firmamento,
¡oh religión cristiana!
acoge el sentimiento
que de mi pecho mana.
Eres miel que a raudales
de la divina fuente
se desliza riente;
bálsamo de los males,
amparo del doliente.
Eres mirra o incienso
que en vaporosa nube
de Dios al trono sube;
foco de amor intenso,
suspiro de un querube.
Sublime melodía
de tus labios exhalas
cuando amanece el día,
que de un ángel en alas
baja a la tierra impía.
Es tu aliento un aroma,
flor hermosa tu faz;
por Nazaret asoma
tu luz que baña a Roma
como una luz de paz.
Y Roma la refleja
en el extenso mundo,
y cuanto más se aleja
mayores huellas deja
resplandor tan fecundo!
Del Jordán la corriente
con el rayo primero
rieló de tu oriente:
¡sonda del marinero,
madre del indigente!
La caridad, tu hechura,
a tu voz descendió
desde la azul altura,
y un río de dulzura
sobre el mortal vertió.
¡Tú la sed al sediento,
divina lluvia, apagas!
¡Tú, maná del hambriento,
hasta el último aliento
curas sus hondas llagas!
Si el huérfano a ti eleva
su frente de dolor
en la terrible prueba,
tu labio al triste lleva
el ósculo de amor.
Todos a ti levantan
en este valle oscuro
sus preces, y te cantan
como puerto seguro
sobre el mar, do adelantan.
El reo, ya esperando
su postrimera hora,
¡oh religión! te implora;
y tu destello blando
sus oraciones dora.
Te implora el que perdiera
las prendas del cariño;
te implora el tierno niño;
el que galas vistiera,
y el que modesto aliño.
Acoge el sentimiento
que de mi pecho mana,
¡oh religión cristiana!
¡Perla del firmamento,
astro de la mañana!
Astro de la mañana,
perla del firmamento,
¡oh religión cristiana!
acoge el sentimiento
que de mi pecho mana.
Eres miel que a raudales
de la divina fuente
se desliza riente;
bálsamo de los males,
amparo del doliente.
Eres mirra o incienso
que en vaporosa nube
de Dios al trono sube;
foco de amor intenso,
suspiro de un querube.
Sublime melodía
de tus labios exhalas
cuando amanece el día,
que de un ángel en alas
baja a la tierra impía.
Es tu aliento un aroma,
flor hermosa tu faz;
por Nazaret asoma
tu luz que baña a Roma
como una luz de paz.
Y Roma la refleja
en el extenso mundo,
y cuanto más se aleja
mayores huellas deja
resplandor tan fecundo!
Del Jordán la corriente
con el rayo primero
rieló de tu oriente:
¡sonda del marinero,
madre del indigente!
La caridad, tu hechura,
a tu voz descendió
desde la azul altura,
y un río de dulzura
sobre el mortal vertió.
¡Tú la sed al sediento,
divina lluvia, apagas!
¡Tú, maná del hambriento,
hasta el último aliento
curas sus hondas llagas!
Si el huérfano a ti eleva
su frente de dolor
en la terrible prueba,
tu labio al triste lleva
el ósculo de amor.
Todos a ti levantan
en este valle oscuro
sus preces, y te cantan
como puerto seguro
sobre el mar, do adelantan.
El reo, ya esperando
su postrimera hora,
¡oh religión! te implora;
y tu destello blando
sus oraciones dora.
Te implora el que perdiera
las prendas del cariño;
te implora el tierno niño;
el que galas vistiera,
y el que modesto aliño.
Acoge el sentimiento
que de mi pecho mana,
¡oh religión cristiana!
¡Perla del firmamento,
astro de la mañana!
La familia
-
Autor:
Jose Placido Sanson
- Código del producto: 731
- Categoría: Biografías, literatura y estudios literarios, Poesía
- Temática: Poesía
-
ISBN:
- 9788497705400 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano