ODA ¡O vos que en Helicon de sol vestidas
Esplenderosas alumbrais la tierra;
Vos que de mis pasiones veces tantas
Divas Pimpleas, adormis la guerra!
¿Quien hay ya en este siglo ignominioso;
En que llorar del genio fue el destino,
Decidme, que gustoso
De vuestro canto escuche el son divino?
Pero sí; uno aun; un digno prócer
De Iberia amaneció para el consuelo:
El que el maestro, el que el amigo caro
Llevóseme dé Numa al sacro suelo:
De Marti, de Aribau esclarecido
El alto protector, ¿como no oyera
Con afectuoso oido
De un jóven vate la espresion sincera?
Vé pues, ó mi cancion; ánte de él llega
Y dile en nombre mio: á tí, venido
Del cielo á nuestra patria; á tí, que el oro
No de Acidalia y Como dispendido
Tienes ánte el altar, sino en fomento
Del comercio que ilustra y vivifica
Del saber, del talento,
A tí este ensayo un catalan dedica.
Acéptale bondoso, y asi el Sirio
Mas feliz siempre al dispertar te mire;
Tus campos Céres abundosos dore;
Y Minerva benéfica te inspire;
Cual del amante de la Aurora sea
Tu carrera: en el néctar inundado
Véaste de Higyea,
Y Pluto sin cesar gire á tu lado;
Y la radiante caprichosa Dea
Que de Ancio habita el delicioso monte
Premie tu virtud, y á tal altura
Sobre su rueda de oro te remonte,
Que puedas en el templo de memoria,
Tu bendecido nombre eternizando,
Ser de España la gloria,
Y el Mecenas del Séptimo Fernando.
Sinibaldo de Mas y de Sanz.
BREVES OBSERVACIONES
SOBRE ESTA TRAGEDIA Y SOBRE EL DRAMA EN GENERAL
Hallando yo un dia por casualidad en la historia griega el desgraciado suceso de Aristodemo: ¡Qué bello asunto para una tragedia! dije entre mí mismo. Recorrí velozmente con la imaginacion todas las de los mejores autores franceses, ingleses é italianos que yo habia leido, y en ninguna le hallé tratado. Resolví pues emprenderle como por via de pasatiempo. Tracé un plan, le dividí en actos segun costumbre y empezé á escribir versos. Estando ya casi á la mitad de mi obra, y conociendo que el asunto era escelente para hacer una buena tragedia, comencé á reflexionar en ello seriamente. De aqui se siguió romper cuanto habia hecho; trazar un nuevo plan por el cual la escena jamas quedaba interrumpida, y convertir en prosa la versificacion. El lector querrá saber la razon de tales mudanzas. Yo la diré.
La unidad de tiempo es una de las principales cualidades para que una representacion sea natural. Consiste, como nadie ignora, en que esta no dure mas tiempo que el suceso mismo si realmente aconteciere. Un drama pues que empiece y concluya sin interrupcion, debe ser perfecto en esta parte. No soy yo el único que ha hecho tal reflexion. Es tan obvia que ya se ocurrió al primer poeta que fué á buscar en la naturaleza las reglas para su tragedia. La dificultad de ordenar un asunto interesante sobre esta base dió nacimiento á los actos. El autor se aprovecha de la interrupcion de la escena para figurar que han transcurrido dos, tres ó mas horas; y asi representa en un corto espacio de tiempo lo que necesitaria un dia entero. Esta libertad que á primera vista parece razonable, ha sido una de las primeras causas de los millares de piezas monstruosas que se han visto en todos los teatros del mundo, y particularmente en el nuestro, tan rico de composiciones bárbaras y descabelladas. Y no podia dejar de suceder. Un poeta comedido se contenta con un dia: otro dice: si el espectador se figura que en el cuarto de hora que ha estado caido el telon han transcurrido una noche: ¿por qué no se ha de figurar tambien que ha transcurrido veinte años? ¿Y cual razon oponer al que asi nos arguyera? Ninguna sólida. Todos los autores modernos han sido mas rigurosos en la unidad de lugar. Si leemos á Racine, Corneille, Alfieri, Moliere, Moratin, etc. hallarémos apenas una leve infraccion de esta regla. ¿Será porque la han considerado mas esencial? ¿Será por la mayor facilidad de su observancia? No lo sé? pero lo que sí se puede asegurar es, que una falta en esta es mas disimulable que en la de tiempo. Por ejemplo: ¿qué dificultad hay en que dos ó mas hombres tramen en un lugar una conspiracion contra la vida de alguno, y en seguida pasen á otro en donde se halla la víctima para perpetrar el delito? No solo esto es verosímil, sino que así suceden generalmente los grandes y los pequeños acontecimientos de la vida. Con todo, el espectador que sentado, en su luneta está viendo esta conspiracion, no puede seguir á los conjurados; el tramoyista por medio de un telon hace desaparecer esta sala y presenta otra en la cual se halla el infeliz.
Esplenderosas alumbrais la tierra;
Vos que de mis pasiones veces tantas
Divas Pimpleas, adormis la guerra!
¿Quien hay ya en este siglo ignominioso;
En que llorar del genio fue el destino,
Decidme, que gustoso
De vuestro canto escuche el son divino?
Pero sí; uno aun; un digno prócer
De Iberia amaneció para el consuelo:
El que el maestro, el que el amigo caro
Llevóseme dé Numa al sacro suelo:
De Marti, de Aribau esclarecido
El alto protector, ¿como no oyera
Con afectuoso oido
De un jóven vate la espresion sincera?
Vé pues, ó mi cancion; ánte de él llega
Y dile en nombre mio: á tí, venido
Del cielo á nuestra patria; á tí, que el oro
No de Acidalia y Como dispendido
Tienes ánte el altar, sino en fomento
Del comercio que ilustra y vivifica
Del saber, del talento,
A tí este ensayo un catalan dedica.
Acéptale bondoso, y asi el Sirio
Mas feliz siempre al dispertar te mire;
Tus campos Céres abundosos dore;
Y Minerva benéfica te inspire;
Cual del amante de la Aurora sea
Tu carrera: en el néctar inundado
Véaste de Higyea,
Y Pluto sin cesar gire á tu lado;
Y la radiante caprichosa Dea
Que de Ancio habita el delicioso monte
Premie tu virtud, y á tal altura
Sobre su rueda de oro te remonte,
Que puedas en el templo de memoria,
Tu bendecido nombre eternizando,
Ser de España la gloria,
Y el Mecenas del Séptimo Fernando.
Sinibaldo de Mas y de Sanz.
BREVES OBSERVACIONES
SOBRE ESTA TRAGEDIA Y SOBRE EL DRAMA EN GENERAL
Hallando yo un dia por casualidad en la historia griega el desgraciado suceso de Aristodemo: ¡Qué bello asunto para una tragedia! dije entre mí mismo. Recorrí velozmente con la imaginacion todas las de los mejores autores franceses, ingleses é italianos que yo habia leido, y en ninguna le hallé tratado. Resolví pues emprenderle como por via de pasatiempo. Tracé un plan, le dividí en actos segun costumbre y empezé á escribir versos. Estando ya casi á la mitad de mi obra, y conociendo que el asunto era escelente para hacer una buena tragedia, comencé á reflexionar en ello seriamente. De aqui se siguió romper cuanto habia hecho; trazar un nuevo plan por el cual la escena jamas quedaba interrumpida, y convertir en prosa la versificacion. El lector querrá saber la razon de tales mudanzas. Yo la diré.
La unidad de tiempo es una de las principales cualidades para que una representacion sea natural. Consiste, como nadie ignora, en que esta no dure mas tiempo que el suceso mismo si realmente aconteciere. Un drama pues que empiece y concluya sin interrupcion, debe ser perfecto en esta parte. No soy yo el único que ha hecho tal reflexion. Es tan obvia que ya se ocurrió al primer poeta que fué á buscar en la naturaleza las reglas para su tragedia. La dificultad de ordenar un asunto interesante sobre esta base dió nacimiento á los actos. El autor se aprovecha de la interrupcion de la escena para figurar que han transcurrido dos, tres ó mas horas; y asi representa en un corto espacio de tiempo lo que necesitaria un dia entero. Esta libertad que á primera vista parece razonable, ha sido una de las primeras causas de los millares de piezas monstruosas que se han visto en todos los teatros del mundo, y particularmente en el nuestro, tan rico de composiciones bárbaras y descabelladas. Y no podia dejar de suceder. Un poeta comedido se contenta con un dia: otro dice: si el espectador se figura que en el cuarto de hora que ha estado caido el telon han transcurrido una noche: ¿por qué no se ha de figurar tambien que ha transcurrido veinte años? ¿Y cual razon oponer al que asi nos arguyera? Ninguna sólida. Todos los autores modernos han sido mas rigurosos en la unidad de lugar. Si leemos á Racine, Corneille, Alfieri, Moliere, Moratin, etc. hallarémos apenas una leve infraccion de esta regla. ¿Será porque la han considerado mas esencial? ¿Será por la mayor facilidad de su observancia? No lo sé? pero lo que sí se puede asegurar es, que una falta en esta es mas disimulable que en la de tiempo. Por ejemplo: ¿qué dificultad hay en que dos ó mas hombres tramen en un lugar una conspiracion contra la vida de alguno, y en seguida pasen á otro en donde se halla la víctima para perpetrar el delito? No solo esto es verosímil, sino que así suceden generalmente los grandes y los pequeños acontecimientos de la vida. Con todo, el espectador que sentado, en su luneta está viendo esta conspiracion, no puede seguir á los conjurados; el tramoyista por medio de un telon hace desaparecer esta sala y presenta otra en la cual se halla el infeliz.
Aristodemo
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Autor:
Sinibaldo De Mas
- Código del producto: 726
- Colección: Poesía
- Categoría: Biografías, literatura y estudios literarios, Poesía
- Temática: Poesía
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ISBN:
- 9788496040625 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano