EXTRAÑAS COINCIDENCIAS
CAPÍTULO PRIMERO
EL ALMUERZO
-¿Qué clase de personas esperáis? -repuso Beauchamp.
-Un hidalgo y un diplomático -repuso Alberto.
-Pues entonces esperaremos dos horas cortas al hidalgo y dos horas largas al diplomático. Volveré a los postres. Guardadme fresas, café y cigarros, comeré una tortilla en la Cámara.
-No hagáis eso, Beauchamp, pues aunque el hidalgo fuese un Montmorency y el diplomático un Metternich, almorzaremos a las once en punto. Mientras tanto, haced lo que Debray: probad mi Jerez y mis bizcochos.
-Está bien, me quedo. En algo hemos de pasar la mañana.
-Bien, lo mismo que Debray. Sin embargo, yo creo que cuando el ministerio está triste, la oposición debe estar alegre.
-¡Ah! No sabéis lo que me espera. Esta mañana oiré un discurso del señor Danglars en la Cámara de los Diputados y esta noche, en casa de su mujer, una tragedia de un par de Francia. Llévese el diablo al gobierno constitucional y puesto que podíamos elegir, no sé cómo hemos elegido éste.
-Me hago cargo, tenéis necesidad de hacer acopio de alegría.
-No habléis mal de los discursos del señor Danglars -dijo Debray-, vota por vos y hace la oposición.
-Ahí está el mal. Así, pues, espero que le enviéis a discurrir al Luxemburgo para reírme de mejor gana.
-Amigo mío -dijo Alberto a Beauchamp-, bien se conoce que los asuntos de España se han arreglado.
CAPÍTULO PRIMERO
EL ALMUERZO
-¿Qué clase de personas esperáis? -repuso Beauchamp.
-Un hidalgo y un diplomático -repuso Alberto.
-Pues entonces esperaremos dos horas cortas al hidalgo y dos horas largas al diplomático. Volveré a los postres. Guardadme fresas, café y cigarros, comeré una tortilla en la Cámara.
-No hagáis eso, Beauchamp, pues aunque el hidalgo fuese un Montmorency y el diplomático un Metternich, almorzaremos a las once en punto. Mientras tanto, haced lo que Debray: probad mi Jerez y mis bizcochos.
-Está bien, me quedo. En algo hemos de pasar la mañana.
-Bien, lo mismo que Debray. Sin embargo, yo creo que cuando el ministerio está triste, la oposición debe estar alegre.
-¡Ah! No sabéis lo que me espera. Esta mañana oiré un discurso del señor Danglars en la Cámara de los Diputados y esta noche, en casa de su mujer, una tragedia de un par de Francia. Llévese el diablo al gobierno constitucional y puesto que podíamos elegir, no sé cómo hemos elegido éste.
-Me hago cargo, tenéis necesidad de hacer acopio de alegría.
-No habléis mal de los discursos del señor Danglars -dijo Debray-, vota por vos y hace la oposición.
-Ahí está el mal. Así, pues, espero que le enviéis a discurrir al Luxemburgo para reírme de mejor gana.
-Amigo mío -dijo Alberto a Beauchamp-, bien se conoce que los asuntos de España se han arreglado.
El Conde de Montecristo Tomo II
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Autor:
Alejandro Dumas
- Código del producto: 6091
- Colección: Clásicos de la literatura
- Categoría: Biografías, literatura y estudios literarios, Textos antiguos, clásicos y medievales
- Temática: Textos antiguos, clásicos y medievales
-
ISBN:
- 9788496040410 - Papel (No disponible para la venta)
- Tamaño: 150 x 210 mm
- Páginas: 542
- Idioma: Español / Castellano
- Interior: