Hace cientos de años, los vikingos realizaron continuas campañas de conquista por toda Europa.
Estos audaces guerreros -daneses, noruegos o suecos-, tuvieron atemorizado a medio mundo durante tres siglos.
Sus aventuras parecían no tener límites geográficos: Alemania, Francia, España, Portugal o Rusia fueron visitados por los feroces vikingos.
Su ansia de expansión, apoyada en una gran preparación militar, les llevó a emprender arriesgadas expediciones por mares y ríos.
Las poderosas embarcaciones con las que contaban, únicas en la época, y su extraordinaria pericia como navegantes les permitían arribar a cualquier costa y penetrar por cualquier río.
Su superioridad naval se hizo incontestable.
Adquirieron una gran experiencia en los ataques por sorpresa, y sus terribles y sangrientos saqueos llegaron a ser tristemente célebres en toda Europa.
Uno de estos pueblos vikingos, asentado desde hacía años en Normandía, emprendió la invasión de la vecina Inglaterra.
Este país, no muy lejano de las costas normandas, resultaba muy vulnerable por mar. La longitud de su litoral no permitía ni una vigilancia completa, ni una concentración rápida de las tropas para rechazar un desembarco.
Todo esto no pasó inadvertido a los ojos del duque normando Guillermo que, movido por su ambición y deseo de gloria, decidió preparar a conciencia el ataque a la isla.
-¡Venceremos a los sajones! -arengaba Guillermo a sus tropas-. Con la conquista de Inglaterra, nuestro poder se extenderá a otros reinos.
-¡Viva el duque Guillermo! -gritaban exaltados los caballeros normandos.
Guillermo de Normandía, animado por el apoyo de los suyos, continuó diciendo: -Los sajones vencieron a nuestros antepasados muchas veces. Fueron más fuertes, más decididos, más inteligentes... Pero ahora no lo serán. Ha llegado por fin nuestro momento y... ¡ha llegado su hora! Los aplausos y los vivas al duque Guillermo cesaron al acabar aquella multitudinaria reunión. Pero el fervor y la entrega de su ejército lo acompañarían de forma permanente durante toda la expedición.
Meses después, las naves capitaneadas por el duque Guillermo eran avistadas en las costas inglesas.
-Señor, se acercan barcos normandos -comunicó un vigía al monarca sajón.
Los sajones no estaban preparados para competir contra un peligro que procedía del mar.
-¡Disponed todas las fuerzas posibles en tierra! -ordenó el rey inglés-. Debemos evitar el desembarco.
Una pequeña guarnición intentó impedir que los normandos tomaran tierra. Pero no lo consiguió.
Estos audaces guerreros -daneses, noruegos o suecos-, tuvieron atemorizado a medio mundo durante tres siglos.
Sus aventuras parecían no tener límites geográficos: Alemania, Francia, España, Portugal o Rusia fueron visitados por los feroces vikingos.
Su ansia de expansión, apoyada en una gran preparación militar, les llevó a emprender arriesgadas expediciones por mares y ríos.
Las poderosas embarcaciones con las que contaban, únicas en la época, y su extraordinaria pericia como navegantes les permitían arribar a cualquier costa y penetrar por cualquier río.
Su superioridad naval se hizo incontestable.
Adquirieron una gran experiencia en los ataques por sorpresa, y sus terribles y sangrientos saqueos llegaron a ser tristemente célebres en toda Europa.
Uno de estos pueblos vikingos, asentado desde hacía años en Normandía, emprendió la invasión de la vecina Inglaterra.
Este país, no muy lejano de las costas normandas, resultaba muy vulnerable por mar. La longitud de su litoral no permitía ni una vigilancia completa, ni una concentración rápida de las tropas para rechazar un desembarco.
Todo esto no pasó inadvertido a los ojos del duque normando Guillermo que, movido por su ambición y deseo de gloria, decidió preparar a conciencia el ataque a la isla.
-¡Venceremos a los sajones! -arengaba Guillermo a sus tropas-. Con la conquista de Inglaterra, nuestro poder se extenderá a otros reinos.
-¡Viva el duque Guillermo! -gritaban exaltados los caballeros normandos.
Guillermo de Normandía, animado por el apoyo de los suyos, continuó diciendo: -Los sajones vencieron a nuestros antepasados muchas veces. Fueron más fuertes, más decididos, más inteligentes... Pero ahora no lo serán. Ha llegado por fin nuestro momento y... ¡ha llegado su hora! Los aplausos y los vivas al duque Guillermo cesaron al acabar aquella multitudinaria reunión. Pero el fervor y la entrega de su ejército lo acompañarían de forma permanente durante toda la expedición.
Meses después, las naves capitaneadas por el duque Guillermo eran avistadas en las costas inglesas.
-Señor, se acercan barcos normandos -comunicó un vigía al monarca sajón.
Los sajones no estaban preparados para competir contra un peligro que procedía del mar.
-¡Disponed todas las fuerzas posibles en tierra! -ordenó el rey inglés-. Debemos evitar el desembarco.
Una pequeña guarnición intentó impedir que los normandos tomaran tierra. Pero no lo consiguió.
Robin Hood
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Autor:
Anónimo
- Código del producto: 285
- Colección: Clásicos de la literatura
- Categoría: Biografías, literatura y estudios literarios, Textos antiguos, clásicos y medievales
- Temática: Textos antiguos, clásicos y medievales
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ISBN:
- 9788497704427 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano