Nada. Que no hay manera. Este hombre es incorregible. Mira que hemos agotado las maneras suaves y eufemísticas -y aún otras más expeditivas- de hacerle comprender que los libros deben ser escritos por personas que tengan algo que decir y lo digan de un modo elegante y sin violentar las normas implícitas de la narrativa y el buen gusto, al menos sin faltas de ortografía o, ya puestos, sin soltar perdigones cuando nos comente de viva voz las excelencias de su último libro de relatos.

¿Se comunican con nosotros seres de otros mundos, para ponerse verdes unos a otros? ¿Es posible que un superordenador llegue hasta el último número y deje de contar porque no haya más? ¿Hay un Centro de Gravedad Permanente que confiere carisma y confianza plena a quien se arrima? ¿Están los grandes pensadores de nuestro tiempo secuestrados por un magnate ignominioso empeñado en desentrañar los secretos del número Pi? ¿Hay agujeros de gusano que conectan oficinas de nuestro mundo a oficinas de otra dimensión, con compañeros más simpáticos? ¿Puede concederse el Premio Nobel de física a dos antenistas? ¿Hay un túnel de efecto microscopio de la misma manera que hay un microscopio de efecto túnel? ¿Puede crearse un agujero negro en un laboratorio, y escaparse por culpa de unos becarios? ¿Hay alguien cabal a quien pueda interesar este tipo de chorradas? Y por último y más importante ¿Hay alguien a quien pueda interesar este tipo de chorradas pero permita además que se las cuente un tipo que no da una con las comas ni los acentos y escribe cocreta en vez de croqueta, que dice que a veces firma con pseudópodo o alega que el gran peligro de la crisis económica que nos acecha es que se dispare la "infracción"? No señor. Hasta ahí podíamos llegar. Nunca publicaremos un libro de relatos de semejantes características. O bien sí lo publicaremos pero descuidaremos mucho la edición. O bien sí cuidaremos la edición pero hablaremos muy mal de él y desaconsejaremos a todo el mundo que lo lea, y le encaminaremos mejor hacia otros libros estupendos de nuestra colección, incluso a libros de otra editorial rival, fíjense cómo será nuestro berrinche por tener que capear la crisis con escritores así en vez tener en plantilla a los grandes literatos de nuestro tiempo.