Tordesillas ha tenido siempre historias, leyendas, chismes e invenciones que los viejos contaban a sus familiares y amigos cuando éstos se reunían, una vez acabadas las labores y trabajos de las jornadas, alrededor de los hogares, en el mayor de los casos, sencillos y austeros. Tan sólo la palabra era el medio por el que las personas conocían de sus vidas y de las ajenas. Nada había, ni un medio técnico y aún quedaban muchos años para que aparecieran los fantásticos audiovisuales de los que ahora nos servimos abundantemente. Por eso es importante acceder a un época en que las vivencias estaban arraigadas en lo más hondo de la vida de cada persona, orientaban las opiniones y ejercían actuación vital como imagen moral, muestra a seguir o actitud a rechazar en todos y cada uno de nosotros . Arrobadamente chicos y grandes en silencio reverencial escuchaban de labios del pater familias o de aquel mayor mejor dotado para la narrativa oral la historia del ayer o del antesdeayer, produciendo a la concurrencia una benéfica asimilación de su enseñanza, tras estimular la imaginación, y creando en cada cual una idea que le serviría a buen seguro para desarrollar después su propia actividad vital. Si ya los juglares entretuvieron las jornadas de la gente, cantando canciones, contando historias, chanzas o sucedidos por medio del verso y de la retahíla asimilable y de fácil aprendizaje por aquellas plazas de los pueblos, hoy los creadores de narraciones, dotados por la Providencia de esta habilidad para fabricar las historias, contarlas a los demás y escribirlas en una hoja de papel o en la moderna pantalla del ordenador, son los sustitutos, relevos fieles de aquéllos, renuevos de palabras hiladas con la misma intención que antaño. Estas CUATRO VIEJAS HISTORIAS PARA LEER, para recordar, o simplemente para entretener unos momentos, están basadas en hechos tangibles, en sucesos más o menos conocidos por la gente, con personajes ficticios, soñados o evocados aunque también los hay reales y ciertos. Allá por los años 60 se incluían entre las tabletas de chocolate breves cuentecillos editados en tamaño menudo que sirvieron en muchos casos para leer las primeras letras no obligadas a muchos de los niños de entonces. Los ejemplares eran intercambiados, una vez leídos y conocidos, entre otros chiquillos que también gustaban de la belleza de toda palabra escrita: El Museo del chocolate en la localidad maragata de Astorga guarda entre sus vitrinas las pruebas de cuanto digo y muchos de estos cuentecillos editados en pocas hojas sirvieron de ejemplo para crear un tipo de narración breve, somera, entretenida y didáctica a la vez. Recuerdo, y perdóneseme la autocita y disgregación, que una tarde que estuve castigado en el Colegio del Amor de Dios, obligado a permanecer sentado en una silla por una severa monja, en la sala en donde los viejos del asilo pasaban las horas mirando la vega del Duero y aguardaban la cena, entre toses, paseos, silencios, flemas y ahogos, me leí y releí nueve de aquellos cuentecillos, hasta que llegaron a mi rescate cuando ya la noche abrigaba el pueblo con su manto de negrura y la monja recordó en donde me tenía confinado. De allí creo que me surgió la afición por las letras, por escribir y contar, pues ellas me sirvieron de bálsamo y alivio en el castigo y en la contrariedad. Los cuentos, las narraciones, casi siempre tienen un poso de realidad entre su relato: Los párrafos nos sirven como estructura para acometer la obra pretendida de transmitir una idea, servir de enseñanza o acaparar la atención del lector haciendo revivir en él y en su sentimiento lo que le gustaría haber podido mostrar. Por eso he elegido esta modalidad de exposición. Es breve, conciso y compendia en pocas palabras la transmisión de las ideas, conjeturas o pensamientos. Comunicación viva, de siempre, en estado puro, de palabra escrita a palabra leída. Estas CUATRO VIEJAS HISTORIAS PARA LEER, limitadas y reducidas quieren recoger en primer lugar el sentido inmutable de la amistad entre personas (EL SACRISTÁN); la silenciosa y extraña situación de quien queda solo ante la muerte (MATANZA DE CASTILBLANCO); el arraigo a la religiosidad popular entre los sencillos (ABABOL DE CASTILLA, MILAGRO DE SAN BLAS, LA VIRGEN DE LAS NIEVES, LA PERALA DE VELLIZA, EL HUMILLADERO DE VILLAVIEJA Y LA MÁS PEQUEÑUELA) y los avatares de una vida normal que se ve asediada por condicionamientos externos (EL SUCESO DE LA CALLEJA DEL FUELLE). Del cóctel generoso de todas ellas sale el engarce común que las enlaza, las une y las hace particularmente un todo: Vivencias interesadas hechas palabra sentida y contada para entretener un rato a quien leyere.
Cuatro Viejas Historias para Leer al Amor de la Lumbre
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Autor:
Jesús López Garañeda
- Código del producto: 5199
- Colección: Relatos cortos
- Categoría: Ficción y temas afines, Ficción: características especiales, Ficción: general y literaria
- Temática: Ficción moderna y contemporánea: general y literaria, Cuentos, Historias cortas
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ISBN:
- 9788498860405 - Papel Cómpralo aquí
- Tamaño: 140 x 210 mm
- Páginas: 176
- Idioma: Español / Castellano
- Interior: B&N (Estándar)