Sale la CASTIDAD, dama, coronada de flores, y el SUEÑO.
SUEÑO ¿Dónde me llevas, hermosa
(Romance e-o)
virtud, que entre los diversos
coros de cuantas virtudes
siguen al legal Cordero,
tú sola los crespos rizos 5
coronas de tus cabellos,
de cuantas vírgenes rosas
guarnecen los rizos crespos
de todas las demás, dando
a entender que en tu obsequio 10
todas se complacen? ¿Dónde
me llevas (a decir vuelvo)?;
porque siendo, como eres,
en tantos Sagrados Textos
triunfante laurel, que arrastra 15
los no fáciles trofeos
de la lid de los sentidos,
vencedores de sí mesmos,
parece que hace no poca
repugnancia a tu respecto 20
que la virtud, que es de todas
las virtudes ornamento,
me traiga a centro que es
de todos los vicios centro.
Esta es la cárcel de Egipto; 25
bien claro te dice el serlo
que es la posada que alberga
por huéspedes de aposento
al homicidio y al robo,
al fraude y al adulterio. 30
¿Pues, cómo cabe en razón
(repito otra vez) que siendo
(si no lo han dicho las señas,
tu nombre lo diga excelso)
la castidad, que es la suma 35
pureza, que vence a un tiempo,
para los triunfos del alma,
las rebeliones del cuerpo;
y ella la sentina, donde
el político gobierno 40
de la república arroja
los perniciosos desechos,
que son escorias del siglo,
tú te atreves a entrar dentro,
sin temor de que te empañe 45
el vapor de sus alientos?
Y aun no cesa aquí mi duda,
sino en que para este efecto
aparentemente hayas
tomado el semblante bello 50
de Asenet, hermosa hija
del sacerdote del Templo
de Heliópoli, ciudad del sol,
y aun ella, el sol mesmo.
Sepa, pues, de estas dos dudas 55
la causa, porque suspenso,
hasta oír tu voluntad
tendrás a mi entendimiento.
CASTIDAD
Vaga fantasía, que sabes
hacer con tus devaneos 60
la quietud de los sentidos,
de los sentidos estruendo,
pues cuando para el descanso
te ha introducido el sosiego,
traidoramente has sabido 65
sacar del descanso el riesgo;
fantástica aparición,
que en imágenes de viento,
bien como yo de Asenet
(por complacerme en objeto 70
tan gloriosamente amable,
tan amablemente honesto)
la forma tomé, tomaste,
por complacerte, en Morfeo
tú de su negro semblante 75
lo adusto, pálido, y yerto:
ya, a la una de las dudas
te he respondido, supuesto
que el haber vestido tú
sombras, y luces yo, a efecto 80
habrá sido de hacer más
representable un concepto,
en que importa que seamos
debajo de los dos velos
de Morfeo y Asenet, 85
yo la Castidad, tú el Sueño;
y aunque también a la otra
duda responderte puedo,
en cuanto a que sea una cárcel
campaña de nuestro duelo, 90
no lo he de hacer hasta que
te digan mis sentimientos
la razón con que quejarme
de tu sinrazón pretendo.
Y, pues no tiene el oírlo 95
la fuerza que tendrá el verlo,
llega conmigo. ¿Qué escuchas?
(Dentro voces y cadenas.)
SUEÑO ¿Dónde me llevas, hermosa
(Romance e-o)
virtud, que entre los diversos
coros de cuantas virtudes
siguen al legal Cordero,
tú sola los crespos rizos 5
coronas de tus cabellos,
de cuantas vírgenes rosas
guarnecen los rizos crespos
de todas las demás, dando
a entender que en tu obsequio 10
todas se complacen? ¿Dónde
me llevas (a decir vuelvo)?;
porque siendo, como eres,
en tantos Sagrados Textos
triunfante laurel, que arrastra 15
los no fáciles trofeos
de la lid de los sentidos,
vencedores de sí mesmos,
parece que hace no poca
repugnancia a tu respecto 20
que la virtud, que es de todas
las virtudes ornamento,
me traiga a centro que es
de todos los vicios centro.
Esta es la cárcel de Egipto; 25
bien claro te dice el serlo
que es la posada que alberga
por huéspedes de aposento
al homicidio y al robo,
al fraude y al adulterio. 30
¿Pues, cómo cabe en razón
(repito otra vez) que siendo
(si no lo han dicho las señas,
tu nombre lo diga excelso)
la castidad, que es la suma 35
pureza, que vence a un tiempo,
para los triunfos del alma,
las rebeliones del cuerpo;
y ella la sentina, donde
el político gobierno 40
de la república arroja
los perniciosos desechos,
que son escorias del siglo,
tú te atreves a entrar dentro,
sin temor de que te empañe 45
el vapor de sus alientos?
Y aun no cesa aquí mi duda,
sino en que para este efecto
aparentemente hayas
tomado el semblante bello 50
de Asenet, hermosa hija
del sacerdote del Templo
de Heliópoli, ciudad del sol,
y aun ella, el sol mesmo.
Sepa, pues, de estas dos dudas 55
la causa, porque suspenso,
hasta oír tu voluntad
tendrás a mi entendimiento.
CASTIDAD
Vaga fantasía, que sabes
hacer con tus devaneos 60
la quietud de los sentidos,
de los sentidos estruendo,
pues cuando para el descanso
te ha introducido el sosiego,
traidoramente has sabido 65
sacar del descanso el riesgo;
fantástica aparición,
que en imágenes de viento,
bien como yo de Asenet
(por complacerme en objeto 70
tan gloriosamente amable,
tan amablemente honesto)
la forma tomé, tomaste,
por complacerte, en Morfeo
tú de su negro semblante 75
lo adusto, pálido, y yerto:
ya, a la una de las dudas
te he respondido, supuesto
que el haber vestido tú
sombras, y luces yo, a efecto 80
habrá sido de hacer más
representable un concepto,
en que importa que seamos
debajo de los dos velos
de Morfeo y Asenet, 85
yo la Castidad, tú el Sueño;
y aunque también a la otra
duda responderte puedo,
en cuanto a que sea una cárcel
campaña de nuestro duelo, 90
no lo he de hacer hasta que
te digan mis sentimientos
la razón con que quejarme
de tu sinrazón pretendo.
Y, pues no tiene el oírlo 95
la fuerza que tendrá el verlo,
llega conmigo. ¿Qué escuchas?
(Dentro voces y cadenas.)
Sueños hay que verdad son
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Autor:
Pedro Calderón de la Barca
- Código del producto: 290
- Colección: Teatro
- Categoría: Biografías, literatura y estudios literarios, Obras de teatro, textos teatrales, Textos antiguos, clásicos y medievales
- Temática: Obras de teatro, textos teatrales, Textos antiguos, clásicos y medievales
-
ISBN:
- 9788497706216 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano