En otra vida quizás fuimos un pájaro que podía sentir la Libertad de decidir su vuelo o la hoja que caída del árbol simplemente veía pasar inmóvil la realidad e ignoraba que podía despertar. Que nuestro ánimo deje al descubierto momentos de continuidad en nuestra existencia hace que ésta sea más soportable aunque también más intensa, más auténtica, más de verdad. Es así como todo lo experimentado permanece entonces para siempre. El aliento de una emoción es suficiente para hacernos reaccionar, para no echarnos hacia atrás y preferir no ser comprendidos y respetados a no darnos la oportunidad de salir a la superficie, de asombrar al mundo con la inconsciente osadía de haber expresado la magia en la más absoluta de las ignorancias. Somos tantas personas en uno mismo, barcos sobre el mar de las ideas, esas que nos parecieron imposibles pero que lo gobiernan todo, las que revelan la silueta de cada sentimiento. Estrellas o nubes en nuestro pequeño firmamento. Asusta la desnudez de la palabra que sólo tiene un significado porque no se arropa en el invierno del silencio del que la escucha. Y reconforta sentir el calor, la necesidad de todo aquello sin lo que ahora sabemos que seríamos incompletos e infelices. Incompletos e infelices para siempre. La honestidad precisamente no pronuncia las palabras más bonitas sino esas que se escriben sin pedir permiso, esas que no se piensan, que se sienten sin temor y sin excusas, esas que como postales sin remite van dirigidas a nadie en especial y que sin embargo hacen reconocerse a muchos que se esconden bajo la falsa seguridad del anonimato, bajo la segura inseguridad del colectivo. "POSTALES SIN REMITE" es un libro que realmente le hace a uno sentirse libre, que hace que sin querer uno se empache de todo aquello que nos pasa un instante por el corazón del alma. Es la propia Vida sin restricciones. Impresionante. IGNACIO MANZANO GARCÍA