Me es sumamente grato presentar un libro sobre la infancia espiritual de un hijo de Oliva de la Frontera: Don Rafael Sánchez García. Figura entrañable y venerada en Oliva, en Badajoz en todas partes; un sacerdote sencillo y ejemplar que pasó por este mundo haciendo el bien a manos llenas. Me lo pidió su autor: Francisco Lebrato Fuentes, otro ilustre hijo de este pueblo, que lleva en su corazón a Oliva de la Frontera y en sus recuerdos de infancia al joven seminarista "Rafaelito" a quien evoca con respeto y ternura en este "Diario de la mirada." Conocí a Don Rafael Sánchez siendo yo seminarista. Algunas tardes de domingo visitábamos en grupo a los enfermos del Hospital Provincial de San Sebastián. Nos presentábamos a él, que casi siempre lo encontrábamos en la puerta rodeado de pobres, y él nos llevaba a las distintas salas de hombres, mujeres o niños por aquellos largos pasillos del viejo Centro Sanitario. Su figura siempre me impresionó: su desprendimiento, su sencillez, su finura espiritual. Yo estaba entonces madurando mi vocación y su ejemplo sacerdotal tuvo que ver a la hora de tomar la decisión de hacerme sacerdote. A él también le dije que quería ser misionero de la Consolata y me despedí de él aquel verano de 1965 cuando me marché a Italia para hacer la Teología. Ahora, como párroco de Oliva de la Frontera desde hace veinte años, tengo el gusto de presentar estas bellas y profundas reflexiones que, tras la huella de Rafaelito, el autor ha querido titular Son reflexiones de la infancia y juventud de Don Rafael en su pueblo natal de Oliva, que Francisco Lebrato ha querido recordar con la inocente mirada de niño. Como dice él: "Aprendí a escribir copiando los pensamientos de Rafaelito escritos por tía Carmen, que, cuando no entendía la letra, me aclaraba tía Lucrecia."