Malo periculosam libertatem, quam liberum servitium
Desde que el general don Guadalupe Victoria apareció a fines del año pasado cerca de Veracruz, le envié desde ésta una memoria político-instructiva formada sobre los datos que entonces podía tener. Pero otros acontecimientos gravísimos ignoraba, nuevos han sobrevenido, la faz política del mundo ha variado mucho; e informando de todo a los jefes libertadores del Anáhuac, que los españoles han llamado Nueva España, voy a exponerles lo que según mis cortas luces juzgo ahora conveniente para asegurar su completa independencia y verdadera libertad, objeto sagrado de mis más ardientes votos
Los potentados de Europa, para que los pueblos cooperasen con fervor a la empresa de derrocar a Napoleón, los paladearon con promesas de gobiernos representativos o reinos constitucionales. Pero pronto olvidaron la lección que les diera el Coloso de Córcega, confesando que las ideas liberales del siglo eran las que lo habían precipitado; y se sustituyeron en su lugar, oprimiendo a las naciones con el peso de un cetro absoluto, y adoptando el lenguaje impudente de protección, libertad y paz con que él acostumbraba alucinarlas
Desde luego tuvieron un congreso en Viena de Austria, su emperador y el de Rusia, con el rey de Prusia y los ministros de los reyes de Inglaterra y Francia, e inventaron una alianza que llamaron santa como lo era el santo oficio, y el objeto que decían haberse propuesto de mantener el mundo en paz y protegerlo en una razonable y verdadera libertad. Asentaron en sustancia por principios: que los reyes son todo y los pueblos nada; que el que una vez reinó largo tiempo por fas o nefas, debe reinar siempre, y ésos son los reyes legítimos; salvo algunas dispensas que otorgue por propia conveniencia su santidad aliada; que cuantas variaciones o modificaciones de gobierno intenten las naciones para su bienestar, son turbulencias del espíritu revolucionario del siglo, sediciones y rebeliones que castigará la santa alianza en Júpiter tonante. Sus rayos caerán igualmente sobre los reyes débiles, que deben estar a disposición de los peces grandes; y sobre las repúblicas de igual calibre que deben perecer sin distinción de edades. Serán inapelables los decretos fulminantes de este santo Congreso de napoleones
A consecuencia distribuyeron según su santo beneplácito la Europa y algunas islas de su pertenencia entre sí y algunos otros reyes o antiguos o de su nuevo cuño, suprimiendo todas sus repúblicas, quitando pueblos a unos y adjudicándolos a otros que los pedían para redondearse no más, y sin más atención a los pueblos que si fuesen rebaños de carneros
La mitad de Sajonia se quitó al mejor rey y se regaló al de Prusia con otros adyacentes hacia el rumbo de Francia para redondearse. La Polonia quedó al emperador Alejandro, que le prometió una constitución en calidad de rey suyo; así como otra el de Prusia a su antiguo y nuevo reino. No sólo se devolvieron al emperador de Austria sus estados lombardos en Italia, sino que se le dio todo lo que había sido república de Venecia. Un archiduque de Austria volvió a reinar en Toscana; pero no el príncipe de Parma, despojado de la Etruria, en Parma, Plasencia y Guastala, porque se dejaron para la mujer de Napoleón. Al hijo de la Carlota se le hizo un pequeño principado de la republiquilla de Luca
Como los tres monarcas septentrionales de Rusia, Austria y Prusia llevan el tridente de la santa alianza, que inventó y preside el autócrata Alejandro, han sido mejorados. Pero la Gran Bretaña tiene el de los mares, y fue preciso dejarle a Heligoland, Malta, las islas Iónicas, la isla de Francia, Ceilán y el Cabo de Buena Esperanza, para redondear su sistema de encadenar la navegación del mundo. Por haberles ayudado contra Napoleón dejaron al general Bernardotte de príncipe constitucional de Suecia, a pesar de Gustavo Adolfo que había perdido su cetro por no quererlo constitucional; y se agregó a Suecia la Noruega, quitándola a Dinamarca. Pero Murat, rey de Nápoles, fue fusilado, y volvió el antiguo Fernando, que por lo mismo es rey legítimo. Las repúblicas nunca lo son, y la de Holanda se dio al nuevo rey que erigieron en Flandes en obsequio de Inglaterra y mengua de la Francia ya demasiado grande, y cuyo rey es a merced. Se le devolvieron empero la Cavena, y las islas Martinica, Guadalupe y de Borbón. Resucitaron al rey de Cerdeña en Saboya, y en su favor dejó de existir la república de Génova. A Fernando VII, por débil, no sólo no se le dio lugar en el Congreso; pero ni se dignaron responder a una Memoria de su embajador, y se le mandó restituir el pedazo contiguo a España, que había tomado en la guerra penúltima al rey de Portugal, como a éste recompensárselo en una isla lejana
Desde que el general don Guadalupe Victoria apareció a fines del año pasado cerca de Veracruz, le envié desde ésta una memoria político-instructiva formada sobre los datos que entonces podía tener. Pero otros acontecimientos gravísimos ignoraba, nuevos han sobrevenido, la faz política del mundo ha variado mucho; e informando de todo a los jefes libertadores del Anáhuac, que los españoles han llamado Nueva España, voy a exponerles lo que según mis cortas luces juzgo ahora conveniente para asegurar su completa independencia y verdadera libertad, objeto sagrado de mis más ardientes votos
Los potentados de Europa, para que los pueblos cooperasen con fervor a la empresa de derrocar a Napoleón, los paladearon con promesas de gobiernos representativos o reinos constitucionales. Pero pronto olvidaron la lección que les diera el Coloso de Córcega, confesando que las ideas liberales del siglo eran las que lo habían precipitado; y se sustituyeron en su lugar, oprimiendo a las naciones con el peso de un cetro absoluto, y adoptando el lenguaje impudente de protección, libertad y paz con que él acostumbraba alucinarlas
Desde luego tuvieron un congreso en Viena de Austria, su emperador y el de Rusia, con el rey de Prusia y los ministros de los reyes de Inglaterra y Francia, e inventaron una alianza que llamaron santa como lo era el santo oficio, y el objeto que decían haberse propuesto de mantener el mundo en paz y protegerlo en una razonable y verdadera libertad. Asentaron en sustancia por principios: que los reyes son todo y los pueblos nada; que el que una vez reinó largo tiempo por fas o nefas, debe reinar siempre, y ésos son los reyes legítimos; salvo algunas dispensas que otorgue por propia conveniencia su santidad aliada; que cuantas variaciones o modificaciones de gobierno intenten las naciones para su bienestar, son turbulencias del espíritu revolucionario del siglo, sediciones y rebeliones que castigará la santa alianza en Júpiter tonante. Sus rayos caerán igualmente sobre los reyes débiles, que deben estar a disposición de los peces grandes; y sobre las repúblicas de igual calibre que deben perecer sin distinción de edades. Serán inapelables los decretos fulminantes de este santo Congreso de napoleones
A consecuencia distribuyeron según su santo beneplácito la Europa y algunas islas de su pertenencia entre sí y algunos otros reyes o antiguos o de su nuevo cuño, suprimiendo todas sus repúblicas, quitando pueblos a unos y adjudicándolos a otros que los pedían para redondearse no más, y sin más atención a los pueblos que si fuesen rebaños de carneros
La mitad de Sajonia se quitó al mejor rey y se regaló al de Prusia con otros adyacentes hacia el rumbo de Francia para redondearse. La Polonia quedó al emperador Alejandro, que le prometió una constitución en calidad de rey suyo; así como otra el de Prusia a su antiguo y nuevo reino. No sólo se devolvieron al emperador de Austria sus estados lombardos en Italia, sino que se le dio todo lo que había sido república de Venecia. Un archiduque de Austria volvió a reinar en Toscana; pero no el príncipe de Parma, despojado de la Etruria, en Parma, Plasencia y Guastala, porque se dejaron para la mujer de Napoleón. Al hijo de la Carlota se le hizo un pequeño principado de la republiquilla de Luca
Como los tres monarcas septentrionales de Rusia, Austria y Prusia llevan el tridente de la santa alianza, que inventó y preside el autócrata Alejandro, han sido mejorados. Pero la Gran Bretaña tiene el de los mares, y fue preciso dejarle a Heligoland, Malta, las islas Iónicas, la isla de Francia, Ceilán y el Cabo de Buena Esperanza, para redondear su sistema de encadenar la navegación del mundo. Por haberles ayudado contra Napoleón dejaron al general Bernardotte de príncipe constitucional de Suecia, a pesar de Gustavo Adolfo que había perdido su cetro por no quererlo constitucional; y se agregó a Suecia la Noruega, quitándola a Dinamarca. Pero Murat, rey de Nápoles, fue fusilado, y volvió el antiguo Fernando, que por lo mismo es rey legítimo. Las repúblicas nunca lo son, y la de Holanda se dio al nuevo rey que erigieron en Flandes en obsequio de Inglaterra y mengua de la Francia ya demasiado grande, y cuyo rey es a merced. Se le devolvieron empero la Cavena, y las islas Martinica, Guadalupe y de Borbón. Resucitaron al rey de Cerdeña en Saboya, y en su favor dejó de existir la república de Génova. A Fernando VII, por débil, no sólo no se le dio lugar en el Congreso; pero ni se dignaron responder a una Memoria de su embajador, y se le mandó restituir el pedazo contiguo a España, que había tomado en la guerra penúltima al rey de Portugal, como a éste recompensárselo en una isla lejana
Memoria político-instructiva
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Autor:
Servando Teresa de Mier
- Código del producto: 777
- Categoría: Sociedad y ciencias sociales, Política y gobierno, Sociología y antropología
- Temática: Sociología, Política y gobierno
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ISBN:
- 9788497706520 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano