Durante el siglo XIX, la obra de Saint-Simon fue considerada sobre todo como una obra política, como un instrumento intelectual comprometido en los conflictos sociales. Después de la muerte de Saint-Simon, acaecida en 1825, sus discípulos, convencidos de que habían recibido unas enseñanzas capaces de resolver los problemas de su época, se agruparon para fundar una escuela y, poco después, una religión con el propósito de difundir el mensaje político de su maestro. El éxito de su predicación en París y en Lyon, extendido rápidamente a toda Europa, confirmó esta convicción: en pocos meses, el pensamiento de Saint-Simon, que antes de 1825 sólo había tenido un eco limitado, invadió los medios liberales de Francia y de Alemania, y despertó en los medios obreros un interés apasionado. Algunos años más tarde, Karl Marx afirmaría en El capital que Saint-Simon había sido durante sus últimos años "el portavoz de las clases trabajadoras". Por justificada que estuviera, esta interpretación no dejaba de ser muy limitada: destacaba únicamente las conclusiones prácticas de una obra considerable, sin detenerse en las investigaciones teóricas que constituían su fundamento. Era fácil, entonces, incluir a Saint-Simon entre los "reformadores" y confundirlo con los numerosos escritores que, en estos inicios del siglo XIX, proponían planes de reforma o fórmulas que habían de permitir la creación de la sociedad ideal. Desde este punto de vista, Saint-Simon no se distinguía de Charles Fourier o de Etienne Cabet, que imaginaban la construcción de una ciudad radiante y que proclamaban su desprecio por las fastidiosas investigaciones históricas. Así, el Manifiesto del Partido Comunista reúne, bajo el calificativo de utopistas, a Fourier, a Owen y a Saint-Simon como si no existiera diferencia alguna entre el sueño de Fourier, la práctica de Owen y los trabajos históricos y sociológicos de Saint-Simon. Durkheim, en su reflexión sobre la historia de las ciencias sociales, fue el primero que aportó una nueva interpretación de Saint-Simon y que subrayó la considerable importancia de sus obras en la creación de las ciencias sociales. Dedicó sus esfuerzos de forma particular a discutir la opinión generalmente aceptada que atribuía a Auguste Comte la fundación de la sociología, y a demostrar que sería mucho más exacto atribuir esta paternidad a Saint-Simon. Antes de pasar a las formulaciones del Curso de filosofía positiva, habría que buscar las premisas del espíritu sociológico en el pensamiento de Saint-Simon. Sin embargo, la importancia histórica y el interés actual de la obra de Saint-Simon deben ser situados en un nivel más general que permita descubrir el verdadero sentido de su interpretación. La obra de Saint-Simon, escrita entre 1802 y 1825, se sitúa exactamente en este período decisivo de la historia intelectual europea, en esta transformación que significó el abandono de la forma de pensamiento propia al siglo de las luces, y la instauración de esta estructura intelectual que, al convertir al hombre en el objeto de un conocimiento científico, hizo posible la aparición de las ciencias sociales. Surge, en la obra de Saint-Simon, este movimiento que nos envuelve todavía; pero surge como una creación, como una progresiva construcción en la que podemos descubrir las aportaciones, las rupturas y las sedimentaciones. En esta creación, el papel desempeñado por Saint-Simon es a la vez parcial y decisivo: parcial porque se apoya en trabajos que se realizan a su alrededor durante la década de 1820; decisivo porque impone una síntesis muy personal, cuya huella podremos descubrir directamente en los grandes creadores posteriores, tales como Auguste Comte, Karl Marx o Durkheim.
Sociología de Saint-Simon
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Autor:
Pierre Ansart
- Código del producto: 269
- Categoría: Sociedad y ciencias sociales, Sociología y antropología
- Temática: Sociología
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ISBN:
- 9788497702294 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano