Reunimos en el presente volumen tres trabajos descriptivos e impresiones de viaje, escritas por Alberdi en plena juventud.
Los viajes han sido en Alberdi, como en otros argentinos ilustres, una verdadera pasión. Ellos contribuyeron poderosamente a plasmar su mentalidad, comunicándole ese sello inequivocadamente europeo que ostenta, el cual no le impedió contemplar con mirada argentina y americanista nuestros más graves problemas.
Mezcla armoniosa de artista y de filósofo, -no olvidemos que el autor de «Las Bases», comenzó siendo músico- de literato y de pensador, Alberdi pocas veces se entrega en sus viajes, de una manera absoluta, al hechizo de la forma y del color. Los siente con suprema delicadeza, los describe finamente, con palabra encendida muchas veces - tal sus frescas impresiones sobre el Paraná o su exaltado panegírico de la provincia que le vio nacer- pero la meditación del pensador o las reflexiones del filósofo, cuando no las observaciones del profesional del derecho -éste es el caso de «Veinte días en Génova»- alternan agudamente con las vibraciones sutiles del artista. De tal suerte, en estos viajes aparecen como gestándose y tomando cuerpo las dos personalidades que hay en Alberdi: la del literato y la del pensador.
El que viaja no es un pintor: no busquéis en él la magnificencia de colores que podréis admirar en un Gautier, en un De Amicis o en nuestro Sarmiento -alto pensador también y aguafuertista nato. -El que viaja es un filósofo, hondamente preocupado con problemas políticos y sociales, que no interrumpe del todo el hilo de sus meditaciones a bordo de un buque o en el interior de una ciudad extranjera, acaso porque la imagen pintoresca que hiere su pupila -y que dibuja suavemente- va a servir poco después de incentivo a las ideas generales que pueblan su preclaro cerebro y absorben su actividad. Y si es interesante ver cómo el mundo se refracta en el viajero pintor, también lo es en el viajero filósofo -y más todavía cuando ese filósofo ha ejercido, por agencia exclusiva de su pensamiento escrito, consolidado por los viajes, una influencia decisiva en la organización política de su patria. Añádese de tal manera al interés que de por sí despierta la narración de viajes, otro interés intelectual, igualmente atrayente, -aunque el último, con frecuencia, subyugue al primero.
No son estas las únicas notas de viaje de Alberdi dignas de ser recogidas en volumen. Otras, que tienen interés casi novelesco, irán en próximos números de nuestra Biblioteca.
Los viajes han sido en Alberdi, como en otros argentinos ilustres, una verdadera pasión. Ellos contribuyeron poderosamente a plasmar su mentalidad, comunicándole ese sello inequivocadamente europeo que ostenta, el cual no le impedió contemplar con mirada argentina y americanista nuestros más graves problemas.
Mezcla armoniosa de artista y de filósofo, -no olvidemos que el autor de «Las Bases», comenzó siendo músico- de literato y de pensador, Alberdi pocas veces se entrega en sus viajes, de una manera absoluta, al hechizo de la forma y del color. Los siente con suprema delicadeza, los describe finamente, con palabra encendida muchas veces - tal sus frescas impresiones sobre el Paraná o su exaltado panegírico de la provincia que le vio nacer- pero la meditación del pensador o las reflexiones del filósofo, cuando no las observaciones del profesional del derecho -éste es el caso de «Veinte días en Génova»- alternan agudamente con las vibraciones sutiles del artista. De tal suerte, en estos viajes aparecen como gestándose y tomando cuerpo las dos personalidades que hay en Alberdi: la del literato y la del pensador.
El que viaja no es un pintor: no busquéis en él la magnificencia de colores que podréis admirar en un Gautier, en un De Amicis o en nuestro Sarmiento -alto pensador también y aguafuertista nato. -El que viaja es un filósofo, hondamente preocupado con problemas políticos y sociales, que no interrumpe del todo el hilo de sus meditaciones a bordo de un buque o en el interior de una ciudad extranjera, acaso porque la imagen pintoresca que hiere su pupila -y que dibuja suavemente- va a servir poco después de incentivo a las ideas generales que pueblan su preclaro cerebro y absorben su actividad. Y si es interesante ver cómo el mundo se refracta en el viajero pintor, también lo es en el viajero filósofo -y más todavía cuando ese filósofo ha ejercido, por agencia exclusiva de su pensamiento escrito, consolidado por los viajes, una influencia decisiva en la organización política de su patria. Añádese de tal manera al interés que de por sí despierta la narración de viajes, otro interés intelectual, igualmente atrayente, -aunque el último, con frecuencia, subyugue al primero.
No son estas las únicas notas de viaje de Alberdi dignas de ser recogidas en volumen. Otras, que tienen interés casi novelesco, irán en próximos números de nuestra Biblioteca.
Viajes y descripciones
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Autor:
Juan Bautista Alberdi
- Código del producto: 686
- Colección: Clásicos de la literatura
- Categoría: Estilos de vida, aficiones y ocio, Viajes y vacaciones
- Temática: Literatura clásica de viajes
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ISBN:
- 9788497705417 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano