Escena: habitación de forma octogonal en la casa de sir Robert Chiltern, en Grosvenor Square, Londres.
Tiempo: el actual [del autor]. La habitación está brillantemente iluminada y llena de invitados. En lo alto de la escalera está lady Chiltern, una mujer de una belleza de tipo griego, de unos veintisiete años. Recibe a los invitados según van llegando. Al pie de la escalera cuelga una gran araña que ilumina un enorme tapiz francés del siglo XVIII, situado en la pared de la escalera, el cual representa el triunfo del amor, según un grabado de Boucher*.
* Haciéndose eco del antiguo ideal horaciano implícito en su ut pictura poesis (persona, cabría consignar aquí), Wilde establece plásticas analogías entre los personajes y obras pictóricas para describir a los primeros.
A la derecha hay una puerta que da al salón de baile. Se oye suavemente la música de recepción. Mistress Marchmont y lady Basildon, dos damas muy bellas, están sentadas en un sofa de estilo Luis XVI. Tienen figuras de exquisita fragilidad. Lo afectado de sus ademanes posee un delicado encanto. A Watteau le hubiese gustado pintarlas.
MISTRESS MAIZCHMONT. ??¿Irá a casa de los Hartlocks esta noche, Olivia?
LADY BASILDON. ??Supongo que sí. ¿Y usted?
MISTRESS MARCHMONT. ??Sí. Son horriblemente aburridas las fiestas que dan, ¿verdad?
LADY BASILDON. ??¡Horriblemente aburridas! Nunca sé por qué voy. Nunca sé por qué voy a ningún si-tio.
MISTRESS MARCHMONT. ??Yo vengo aquí a éducarme.
LADY BASILDON. ??¡Ah! Odio que me eduquen.
MISTRESS MARCHMONT. ??Y yo. Le pone a una casi al nivel de las clases comerciales, ¿verdad? Pero la querida Gertrude Chiltern siempre me está diciendo que debo tener algún propósito serio en la vida. Así pues, vengo aquí a intentar encontrar uno.
LADY BASILDON. ??(Mirando a su alrededor a través de sus lentes.) No veo esta noche aquí a nadie al que se puede llamar propósito serio. El caballero que me ofreció el brazo para entrar a cenar no hizo más que hablarme de su esposa todo el tiempo.
MISTRESS MARCHMONT. ??¡Qué trivial!
LADY BASILDON. ??¡Terriblemente trivial! ¿De qué hablaba el que fue con usted?
MISTRESS MARCHMONT. ??De mí.
LADY BASILDON. ??(Lánguidamente.) ¿Y le interesaba?
MISTRESS MARCHMONT. ??(Moviendo la cabeza.) Ni por lo más remoto.
LADY BASILDON. ??¡Qué mártires somos, querida Margaret!
MISTRESS MARCHMONT. ??(Levantándose.) ¡Y qué bien nos sienta eso, Olivia! (Se levantan y van hacia el salón de música. El vizconde de NANJAC, un joven agregado conocido por sus corbatas y su anglomanía, se aproxima a ellas, se inclina para saludarlas y entra en la conversación.)
MASON. ??(Anunciando a los invitados desde lo alto de la escalera.) Míster y lady Jane Barford. Lord Caversham.
(Entra lord Caversham, un viejo caballero de setenta años que lleva la banda y la estrella de la Jarretera *. Tiene aspecto de liberal.
Recuerda mucho un retrato de Lawrence.)
* La orden de la jarretera, de reminiscencias artúricas y cuyo emblema era una especie de media, fue fundada hacia 1350. Su lema era Hony Soyt Qui Mal Pense, es decir, «Vergüenza para aquel que guarda el mal en su mente».
LORD CAVERSHAM. ??¡Buenas noches, lady Chiltern! ¿Está aquí el inútil de mi hijo?
LADY CHILTERN. ??(Sonriendo.) Creo que lord Goring no ha llegado todavía.
MABEL CHILTERN. ??(Acercándose a lord Caversham.) ¿Por qué llama usted inútil a lord Goring? (Mabel Chíltern es un ejemplo perfecto del tipo de belleza inglesa, el tipo flor de manzano. Tiene toda la fragancia y libertad de una flor.
Sus cabellos son como rayos de sol, y su pequeña boca, con los labios entreabiertos, tiene una expresión expectante como la boca de un niño. Posee toda la fascinante tiranía de la juventud y el asombroso valor de la inocencia. A la gente de sano espíritu no le recuerda en modo alguno una obra de arte. Pero ella es realmente como una estatuilla de Tanagra y le molestaría mucho que se lo diesen.)
LORD CAVERSHAM. ??Porque lleva una vida de holgazán.
MABEL CHILTERN. ??¿Cómo puede decir tal cosa? Da un paseo en coche por el Row a las diez de la mañana, va a la ópera tres veces por semana, se cambia de traje por lo menos cinco veces al día y cena fuera todas las noches durante la temporada. ¿Le llama usted a esto vida de holgazán?
Tiempo: el actual [del autor]. La habitación está brillantemente iluminada y llena de invitados. En lo alto de la escalera está lady Chiltern, una mujer de una belleza de tipo griego, de unos veintisiete años. Recibe a los invitados según van llegando. Al pie de la escalera cuelga una gran araña que ilumina un enorme tapiz francés del siglo XVIII, situado en la pared de la escalera, el cual representa el triunfo del amor, según un grabado de Boucher*.
* Haciéndose eco del antiguo ideal horaciano implícito en su ut pictura poesis (persona, cabría consignar aquí), Wilde establece plásticas analogías entre los personajes y obras pictóricas para describir a los primeros.
A la derecha hay una puerta que da al salón de baile. Se oye suavemente la música de recepción. Mistress Marchmont y lady Basildon, dos damas muy bellas, están sentadas en un sofa de estilo Luis XVI. Tienen figuras de exquisita fragilidad. Lo afectado de sus ademanes posee un delicado encanto. A Watteau le hubiese gustado pintarlas.
MISTRESS MAIZCHMONT. ??¿Irá a casa de los Hartlocks esta noche, Olivia?
LADY BASILDON. ??Supongo que sí. ¿Y usted?
MISTRESS MARCHMONT. ??Sí. Son horriblemente aburridas las fiestas que dan, ¿verdad?
LADY BASILDON. ??¡Horriblemente aburridas! Nunca sé por qué voy. Nunca sé por qué voy a ningún si-tio.
MISTRESS MARCHMONT. ??Yo vengo aquí a éducarme.
LADY BASILDON. ??¡Ah! Odio que me eduquen.
MISTRESS MARCHMONT. ??Y yo. Le pone a una casi al nivel de las clases comerciales, ¿verdad? Pero la querida Gertrude Chiltern siempre me está diciendo que debo tener algún propósito serio en la vida. Así pues, vengo aquí a intentar encontrar uno.
LADY BASILDON. ??(Mirando a su alrededor a través de sus lentes.) No veo esta noche aquí a nadie al que se puede llamar propósito serio. El caballero que me ofreció el brazo para entrar a cenar no hizo más que hablarme de su esposa todo el tiempo.
MISTRESS MARCHMONT. ??¡Qué trivial!
LADY BASILDON. ??¡Terriblemente trivial! ¿De qué hablaba el que fue con usted?
MISTRESS MARCHMONT. ??De mí.
LADY BASILDON. ??(Lánguidamente.) ¿Y le interesaba?
MISTRESS MARCHMONT. ??(Moviendo la cabeza.) Ni por lo más remoto.
LADY BASILDON. ??¡Qué mártires somos, querida Margaret!
MISTRESS MARCHMONT. ??(Levantándose.) ¡Y qué bien nos sienta eso, Olivia! (Se levantan y van hacia el salón de música. El vizconde de NANJAC, un joven agregado conocido por sus corbatas y su anglomanía, se aproxima a ellas, se inclina para saludarlas y entra en la conversación.)
MASON. ??(Anunciando a los invitados desde lo alto de la escalera.) Míster y lady Jane Barford. Lord Caversham.
(Entra lord Caversham, un viejo caballero de setenta años que lleva la banda y la estrella de la Jarretera *. Tiene aspecto de liberal.
Recuerda mucho un retrato de Lawrence.)
* La orden de la jarretera, de reminiscencias artúricas y cuyo emblema era una especie de media, fue fundada hacia 1350. Su lema era Hony Soyt Qui Mal Pense, es decir, «Vergüenza para aquel que guarda el mal en su mente».
LORD CAVERSHAM. ??¡Buenas noches, lady Chiltern! ¿Está aquí el inútil de mi hijo?
LADY CHILTERN. ??(Sonriendo.) Creo que lord Goring no ha llegado todavía.
MABEL CHILTERN. ??(Acercándose a lord Caversham.) ¿Por qué llama usted inútil a lord Goring? (Mabel Chíltern es un ejemplo perfecto del tipo de belleza inglesa, el tipo flor de manzano. Tiene toda la fragancia y libertad de una flor.
Sus cabellos son como rayos de sol, y su pequeña boca, con los labios entreabiertos, tiene una expresión expectante como la boca de un niño. Posee toda la fascinante tiranía de la juventud y el asombroso valor de la inocencia. A la gente de sano espíritu no le recuerda en modo alguno una obra de arte. Pero ella es realmente como una estatuilla de Tanagra y le molestaría mucho que se lo diesen.)
LORD CAVERSHAM. ??Porque lleva una vida de holgazán.
MABEL CHILTERN. ??¿Cómo puede decir tal cosa? Da un paseo en coche por el Row a las diez de la mañana, va a la ópera tres veces por semana, se cambia de traje por lo menos cinco veces al día y cena fuera todas las noches durante la temporada. ¿Le llama usted a esto vida de holgazán?
Un marido ideal
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Autor:
Oscar Wilde
- Código del producto: 327
- Colección: Teatro
- Categoría: Biografías, literatura y estudios literarios, Obras de teatro, textos teatrales, Textos antiguos, clásicos y medievales
- Temática: Obras de teatro, textos teatrales, Textos antiguos, clásicos y medievales
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ISBN:
- 9788497706032 - PDF Cómpralo aquí
- Idioma: Español / Castellano